EL SENDERO DE NUESTROS OJOS
Madre
tus ojos han llorado tanto
a través de los míos.
Mi vagina -nerviosa- se contrae
y no hago más que evocar
tus palabras agridulces
buscando alejar mi piel del pecado.
Le he preguntado mil veces a mi almohada
sobre las cosas de la vida:
no ha sabido responderme.
He caído tantas veces al suelo por ello:
y cada vez notaba tu fantasmal ausencia
la frialdad de mi sábana
los besos en la frente que alguna vez me diste.
No he podido hacer nada contra mis instintos
-siento defraudarte-
el amor es tan complejo como un libro de teoremas
tal vez fue invisible la calidez de tus brazos
después de tu viaje a los Campos Elisios
tal vez mi destino era servir a las musas
y desgarrar mi piel con sus paseos nocturnos.
Me haces falta, madre…
He paseado por los rincones de mi habitación
y no encontré más que polvo, ceniza, arsénico,
olor a hembra
a genitales, coito, orgasmos, pecado
olor gris que me recuerda a tu sombra.
Debajo de mis ojos
no ha quedado sino el humor
de mis noches sin tu presencia.
Madre…
quiero seguir el rastro que dejaste en el camino.
Catalina Camargo
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