Laleshka en el tranvía
Tantas esperas para olvidar.
es un día ruidoso, con calor, como si fuera el verano de allá arriba; poco viento, mosquitos y tanta gente, tanta; parece domingo, y quizá lo sea; la desventura de esos cristianos que calmados salen de la misa parece decirlo. domingo.
hay otros como nosotros, se paran en la verma a circundar el pavimento, a nuestro lado, esperando un bus.
uno que vaya al callao o a campoy, a comas, en realidad donde sea.
papá me lleva en brazos, esos que tienen olor a cigarros, a tierra, siento su larga mano ocupar todo mi trasero por encima de mi calzón de rayitas.
mi hendidura limpia se asoma por un lado de la basta, la siento a la intemperie porque un aire fresco, extraño y rico la roza; a mi papi lo aprieto con todas mis fuerzas contra mi cuerpo que su cabeza abarca la mitad, lo beso en la barba que es negra y pica, mi papi... él me mira y me dice eres la más bella de todas. él sonríe grande. se le ha quedado una hojita de perejil luego del menú metida entre los dientes, menú en el triciclo, me besa, y mi cabello es corto, muere antes de llegar a las orejas, y tengo su nariz y su frente, me parezco a él y lo amo, mucho mucho; mi papi es un gigante al que le faltan tres dientes.
tiene una voz distinta conmigo, cariñosa conmigo. es como está que ahora utiliza para preguntarme si estoy bien, sí le respondo, con la cabeza, solamente; cuando les habla a ellos es distinta, cuando les dice que mi mamá nos abandonó y que él es bueno con nosotros, sus tres hijitos, que trabaja así porque no hay otra manera, no hay trabajo, la situación: ustedes saben, pero no crean que vengo con las manos vacías; y todo lo demás; saca la bolsa brillosa y vamos los cuatro, yo siempre en brazos, Juan y Jair a pie hacen malabares para no caer entre las hileras de asientos sucios en busca de los que quieren colaborar con nosotros cuando se animan y nos compran tofees de diez que mi papi sabe ofrecer con arte.
tengo calor. y seis años hermosos. hace calor.
me mira pero sin ganas, parece tan cansado, lleva mucho tiempo parado en esta esquina sosteniéndome, pedazo de cuidad inmunda, ella nos carga a los dos. las personas nos miran con detenimiento y se apartan. pobres.
no saben lo feliz que somos. si lo supieran no nos mirarían de esa manera mala hasta que se pierden entre las otras gentes cuando te subes al micro y partes, voltean como si les fuéramos hacer mal; él a mí nunca me hace mal, mi papi y yo no les hacemos caso porque él me quiere y eso basta por ahora queriendo yo que sea por siempre. me la paso pidiendo a diosito larga vida para él, mi primate favorito.
mis piernitas cuelgan, apunto de morir están; merodean eso que nunca he visto pero aprendo a saber será importante manipular, no lo he visto, no, no importa; escabullo mi cabeza entre su cuello y su hombro, la camisa tiene un olor duro, irritante que provoca más calor y sudor; dentro de su barba también me escabullo; me acurruco bien dándole miles de besitos; como en las novelas cierro mis ojos. su oído es salado.
siempre tiernos jugando así. en la casa, de noche.
sólo que ahora él no sonríe ni respira rápido ni me echa mano, ahora no por más que muerdo lento su pellejo y le pateo ahí abajo con cariño; más bien se pierde como en otro mundo pero con la mirada alerta a un espacio vacío, derrotando a cualquier intruso que murmure si gira y lo encara. me tiene bien agarrada aquí arriba donde me siento tan grande como ellos: irremediablemente preciosa, mujer .
papá dice que cuando crezca se casará conmigo y que viviremos juntos en un reino que queda lejos, (¿has visto Shrek 2?) eso dice, entre caballos y castillos medio-medio... no sé qué; ahí seré la, su Princesa, nos iremos donde nadie joda...eso dice; seré como esa que le concede el éxtasis, la poesía, de la pasta bendita, dice, entre risas bellas, arrebatado.
la mujer de sus cuentos en los bares, los de la cárcel donde estuvo dicen y a mí no me importa.
mi papá me enseñó a leer, la señorita nunca pudo pero él sí, el amor lo puede todo; aunque te cuento esa especie de inteligencia para la lectura sólo funciona cuando me sienta encima del cómodo sillón que hace con su cuerpo y sus piernas cruzadas mientras me acaricia la espalda de punta a punta repitiendo la palabra GATITA; también arrastra sus manos sofocadas por la cabeza, revuelve mi pelo chico; después abre el cuaderno sucio que él mismo escribe. pregunta ¿quieres escuchar?, cómo decir no si lo amo; ayer ahí decía: Me pajeaba sin dolor y menos pena en las noches que flotaba el llanto viejo / el hechizo era mudo, ciego en la alborada / sucumbía por sentir los pliegues pegajosos y helados/ Terminado el encuentro conmigo me volteaba para mirar la oscuridad de la pared del pulpo salvaje / masturbación en alegoría al soliloquio contigo mujer. / El pisco con pastillas se complementaron, las últimas tres tardes de Bienvenido Granda / con tu primer consuelo volví del otro lado. / Lluvia de millones / media madrugada y nadie despierto / sólo los perros y la conciencia / .. terminado el encuentro me volteaba para mirar la oscuridad de la pared del elefante.
no entiendo .
me bañará cuando volvamos. se vuelve hacia mí y me da un besito en la boca. es como rayo esta vez, rápido, seco, y no quiero que sea así, yo me pongo triste porque quisiera uno largo, jugoso, caliente con su lengua peleando con la mía como fieras, con movimientos calculados; esos, esos besitos son el premio que me da cuando ordeno a victoria y a antonella, mis dos muñecas grises algo descocidas en la caja de leche donde también guardo la pelota correctamente.
sus cabellos están sucios, trato de peinarlo con mis dedos, sus mechones caen sin soltura, hemos salido temprano y por eso no los ha lavado con el jabón de ropa verde que duerme en el patio .
pantalones chorreados y zapatillas azules, podría hacer que lo quiera cualquiera, en las esquinas de su boquita se le junta espuma blanca en pequeñas cantidades, sudamos; él es un señor que habla poco y que busca en la cartera de mi mamá para sacar plata, luego de eso desaparece como en la magia hasta tres días, cuando aparece no es el mismo, todo tembleque y hambriento sin camisa ni casaca, con raspones pero sé, él ha ganado; ella le reclama mucho; yo no reclamaría.
ella es la que borra mis besitos, mis caricias en el baño cuando se bañan mientras finjo no saber qué hacen ahí adentro; yo con antonella, afuera, junto al sauce espero con angustia, con rabia, con mucha tristeza que terminen de echarse los baldazos y salgan felices de una vez por todas .
la salida de ellos mojados llega a ser muy dolorosa para mí. enamorados de nuevo y para no aguar el domingo ella tiene que borrar de la memoria las patadas del sábado, haciendo eso ya no dolerán.
mamá sale a trabajar muy rosa y violeta, muy de noche, muy cansada dice; se va con dos faldas y lentes oscuros grandotes para la luz de la mañana, a mí me gusta bailar.
me escurro bajo la frazada, hago como si durmiera. en verdad hay fastidio porque no me meto a esos chorros de agua con ellos: las dos y él sería lo justo, ella arriba yo abajo empapándolo de jabón o champú esa sería decisión de mi papá; no pasa así... le tengo terror a ese cuarto decapitado, pero aunque de entre los mojones largos de la taza salieran las ratas entraría ahí con ellos.
mi mamá cuenta de mi papi que hubo un tiempo en que fue hermoso pero en el que también hacía casas, cuenta mi mamá.
la última que hizo fue ésta desde donde escribo mi carta que guardo en este cuaderno, quiero hacer miles como papi, que las tiene guardadas con tinta indeleble, y que nunca las leerán, dice.
es un lugar bonito: dos cuartos, un baño y una cocina donde duerme rambo, alaska y el chavo , los perros.
queda a orillas de donde empieza la ciudad, o donde termina... por lo menos es uno de los linderos que encierra todo este territorio macabro que habitan, abajo. la casa queda en la estepa polvorosa, alejada; a veces pienso que por eso papi le rompe la cabeza o las cejas a mi mamá, por eso; ella nos trajo a vivir aquí porque lo compró por nosotros, para esta su familia bien aburrida y sucia, para que nadie nos bote, para tener algo nuestro, para que nadie se ría por no tener dónde caer muertos; eso dice cuando llega borracha y empolvada con el colorete desparramado por los tantos besos de sabe el demonio quién; nos abraza a los tres y llora, llora miles de horas hasta que se duerme, como magdalena dice papi, no conozco a magdalena.
se duerme y papá luego llega más borracho y todo es caos, una tremenda desolación se instala en los cuartos. hasta las chicas súper poderosas salen corriendo de la tele.
parece que a él sólo le gusta cuando es noche en este lugar, cuando hay frío y fumar ese cigarrito en la puerta sentado en su mecedora de mimbre envuelto en una capa negra de paciencia y silencio es placentero; fuma hasta dominarlo todo viendo cómo zigzaguean las luces de los autos allá abajo, tan abajo que parecen una sola gran farola.
fuma hasta dominarlo todo: a mamá, a mis hermanos, a él, al recuerdo de esa posible niñez que espero haya sido bonita como la mía; a mí.
y es a mí a quien arrastra a esa pena, a ese pozo, nos acomodamos bien.
yo reposaré en la unión de sus piernas que es lugar preciso en donde se puede sentir el punzón caliente mojando mi piel hasta dejarla sí, bastante tersa, extrañamente embarrada de algo que nunca he podido ver porque es un secreto; así es y será, ni la puta de mi mamá ni mis amiguitas, victoria y antonella, lo saben, ni decirles cómo tiembla mi corazón cuando me resbalo por ahí, en su pecho y en la unión de sus piernas, siento cosas ahí dentro con esa mezcla de amor y terror, o simplemente cuando me dice eres mi amor de esa manera violenta. yo lo miro y le digo que me haga lo mismo que yo veo en la tele todos los días al mediodía, que haga eso, eso que los papás que quieren mucho mucho a sus hijitas hacen, que las abrazan y besan y les dan su amor de hombre por su cosita: entra nomás.
él se ríe y me dice todo tiene su tiempo hijita, su orden; creo que se burla también de mí, y yo no le creo porque quiere más a mi mamá que a mí, dice que no, sí, no mamita... no le hago caso, salgo de ahí molesta, de ese rincón caliente y tieso salgo; lo dejo en la puerta respirando la noche y la ciudad, abro la cortina del cuarto mío y de los otros dos y lloro, como si fuera niña y si no estuviera esa él vendría, me besaría la espalda consolándome. pero ella está en el cuarto, su nombre es z para los amigos pero 9 para nosotros; entonces se irá con ella, se va. a besarla mientras yo me quedo quieta porque así escucho mejor la alegría con que manda sus alaridos a mis oídos la barata esa, carcajadas y bastantes te adoro Juani mientras un sonido de carnes fofas y chocantes que algún día sabré hacer también se puede escuchar nítidamente, y la sombra lejana en la pared, muestra contorsiones salvajes que algún día haré para él... la estera mueve el foco y los tarros de leche vacíos que están encima del ropero que sostiene la dichosa estera divisoria, todo se vuelve telúrico. en mi estómago y en mi corazón también.
sin embargo siento que apartan al pony de la cabecera, que hunden los resortes del pequeño colchón, que un silbido salido del pecho afiebrado así como cuando me da la tos se acerca .
es papi para las buenas noches, yo volteo, su diente aún no sale y es porque somos iguales, a mí tampoco me sale el de adelante.
es lo único que falta para ser princesa, se lo digo, dice que sí; me besa la espalda, mi poto, mis manos; rueda una lágrima por su mejilla chuceada por cosas que no sabe explicar. dice que quiere a mi mamá pero le pega, le orina la comida, yo la verdad no lo entiendo a ese hombre, es un rayado; a mis hermanos los deja sin comida, también les saca la mierda, pero de alma después les pide disculpas para más tarde volver con más fuerza y caerles, no compra helados cuando a trabajar sólo va con ellos , a mi sí me compra bastantes, todos los que quiera... también dice que los quiere pero no entiendo por qué si ellos no son sus hijos hijos, como yo, que sí salí de sus huevos de oro.
veo sus cabezas desde esta posición, los otros niños son nada, ellos tan menos cuando yo, tan querida y sudada arriba sin que mamá esté haciéndome moños ni piruetas como mono. meto mi dedito en un huequito de la pared poniendo mi atención en lo redondo que está: profundo y seco también, je... nada parecido con el que papito ha encontrado en este paradero abarrotado bajo mi faldita azul hace rato, ese lo ha de sentir suave como el algodón. tal vez cuando tenga un triángulo peludo como el de mi mamá podré gritar de alegría y tumbar las paredes de ese infierno con foco y todo, quizás hasta entonces porque ahora me duele eso que papi suele llamar Perforación, mi papito es un cague de risa cuando se lo propone. y
siento una sombra de miedo, de soledad ante tanto; mas cierro los ojos para aguantar mientras ambos escarbamos esos orificios disecados.
suena una bocina de carro pesado y viejo, ahora los veo a todos inocentes, amargados por los vidrios de las ventanas de la 43, si vinieran a tirar con nosotros... entonces pasa que al fin desaparecen, de pronto se los traga el calor y el aire rancio a los de adentro y a los de afuera, se vuelven inexistentes como sus voces y sus movimientos, sus miradas nos lo dicen: ya no están ni para ellos mismos.
yo sí estoy aquí, en el ultimo paradero escuchando a mi papi pedir permiso para subir a vender, me coge bien, yo me aprieto a él del cuello como xina, la princesa guerrera, estamos escuchando todos los distritos en el estruendo del cobrador y la resignación del chofer sucio que dice que suban, subimos pues, y con papi que parece saberlo porque su lengüita se movió un ratito pero ya no; ahora soy yo quien la juguetea a un papá que se pone amarillo mientras mira a todos lados y apenas deja caer el telón de sus ojos para quererme un segundo, dejando también los caramelos, las agujas, los tofees, ¡cuatro soles! regados en una pista calcinada, llena de palabras africanas.
jimmy britto
De: Enfermedad Africana (2007).
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