Síntesis o metempsicosis entre las hembras, Quo vadis, de Jorge Eduardo Eielson
borro palabras nuevamente
borro pájaros hojas secas viento
escribo algo todavía
vuelvo a añadir palabras
palabras otra vez
palabras aún
Jorge Eduardo Eielson
Yo, que también vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, uno de mis padres, y te encuentro estudiando retratos de Francis Bacon y no los poemas, Azul ultramar de Jorge Eduardo Eielson.
De He salido desde el Mundo por el Mundo
Cada vez que, tornillo, contemplo, cavo, guiño y me detengo, tótem fálico, en una hermosa choza negra, himen, palafito, desaparezco, palazón (trepo y Salto en Venezuela) el antídoto, bicéfalo y verde como el dolor del dólar, dibujo o reino celestial, del principio: Inicio o Fin. Velocidad. Círculo que arrastrado convoca la esfera, el sólido que pensamos nos atrapa. Belleza que más da en más bocas, más culos y más tetas, en el Cine: disecado; lúgubre, sueño que me veo un Dios tirado, óseo, volante del ano en que me tiro un pedo, Aldebarán, idolatrado en vez de manumitido, sagrado en saturnina matemática, magistrado universal que cobra por ejercicio y comercio cultural como ecuación de variable constante, revoloteado, perdido, asesinado o adúltero, por excitado y hálito de virginales tribulaciones, a una obra de arte, erosionado aun podrido y en ella encuentro como queja y principio a la mujer, dura pureza, que detiene o delimita a la yegua del caballo. Sueciadado o florecido surrealismo del topacio, Concorde, prohibido, calzoncillo, si no fuera marchitado. Sentado Centauro y parado Minotauro de cabeza dormido, Pishtako, heurística quilla subterránea, en la tramontana: Tres vaginas, vida, para una pudenda mañana. De fáctico Abel, caníbal, salvador, ruborizado...
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Salomón Valderrama
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