LUGARES (microrrelatos en fondo de agua)
EN LA OSCURIDAD
Cada día de tu vida parece más oscuro que el anterior, la frustración invade cada poro de tu piel, atrapada sin apenas aire para respirar, te sientes tremendamente incomprendida, en un universo demasiado grande para ti, donde nadie te dijo nada de lo que está pasando, donde tan solo estás tú y tus pensamientos debatiéndose en un huracán de sentimientos confusos, pero sin esperarlo un día aparece una pequeña luz que te ilumina de pies a cabeza, como una pequeña línea de esperanza... Esa luz, cada día que pasa, se hace más grande y más intensa, te llena de calor, ilumina tu existencia, tu tan oscura existencia... Hasta que esa luz te sumerge y formas parte de ella. Es entonces cuando respiras aliviada, y piensas que ya era hora de salir del armario.
EN EL BOSQUE
Intentas escapar... sabes que voy en tu busca, estoy detrás, acosándote en este oscuro bosque; pero de nada te servirá correr. Tus ágiles y atléticas piernas no te servirán de nada... el deseo es más fuerte que tu carrera por escapar. En el fondo, sé que deseas tanto como yo que te atrape; aunque intentes huir, ese deseo te traicionará. Por fin te alcanzo en un último salto. Alargo mis brazos y te envuelvo con ellos en un violento intento de mantenerte cerca. Te resistes, pero tan solo pronunciar unas suaves palabras cerca de tu oído son suficientes para aplacarte. Y así, acunados por la oscuridad y el silencio, por fin te entregarás a mí bajo el árbol que ha sido testigo de tu quietud insólita. La suavidad de tu blanca piel resplandeciendo bajo la luz de la luna me deja absurdamente sin palabras. Todo empieza con algo de suavidad, recorro tu rostro con mis labios recibiendo como respuesta suaves gemidos que conforman una excitante melodía que surgen del fondo de tu ser. Abandono tu rostro para recorrer ese grácil cuello, en el cual marco mis dientes haciendo que te estremezcas ligeramente. Sé que deseas más, que tan solo es el principio, que tu hermoso cuerpo clama por más, y como obedeciendo a una extraña voz interna, te rasgo la ropa en un repentino ataque de furia para encontrarme con dos temblorosos pechos, agitados ante tal ataque. Los beso apasionadamente, haciéndote temblar, provocando en ti una reacción que mis piernas notan ante el contacto con el centro de tu cuerpo. Pero necesito más de ti, necesitas más de mí y succionando y mordiendo tus blancos pechos parece que tiene que cesar esa necesidad, que sin embargo crece... más y más. Entonces mis manos recorren tu terso vientre para llegar allí donde tu cuerpo clama por ser acariciado. Acaricio con fuerza tus muslos, recorro su parte interna sorprendiéndome ante la calidez que emanas. La extraña voz me guía de nuevo, y tu respiración expectante y entrecortada me indica que lo necesitas, que también yo lo necesito. Así que mis labios se posan en la calidez de tu cuerpo, aspirando ese embriagador aroma que desprendes. Mi lengua comienza a recorrer el lugar, dándome a probar el más placentero sabor que jamás haya probado: tu sabor. Un furioso gemido emana de tu garganta: música para mis oídos, es un indicador para seguir con la dulce tortura. De tus labios surge la palabra mágica: clamas por más. No necesito más indicador que tu dulce y extasiada voz. Muerdo levemente tu clítoris, succionándolo para que tu cuerpo se estremezca vigorosamente. Pero no es suficiente, quiero estar dentro de ti, quiero sentirte y que me sientas más cerca que nunca. Me introduzco en ti, estás ardiendo por dentro y a cada embestida ese calor aumenta, aumentando con él el estado de éxtasis que sentimos. El ritmo se hace cada vez más intenso, más furioso, más acelerado. Una mezcla de estremecimientos, respiraciones entrecortadas y gemidos se disuelven en el silencio de la noche, resonando entre los árboles de este bosque. Pero todo va a terminar ya, mi amor, una última embestida te llevará al clímax, y así, abres enormemente tus ojos verdes, me miras directamente... tu mirada quema... tu rostro refleja el desenfreno y te estremeces violentamente bajo mi cuerpo, emitiendo un último grito que te traslada hacia otro mundo... Y después de recuperar tu aliento entre mis brazos, quedas unida a mí, buscando cobijo ante el mundo. Quisiste escapar, pero ahora eres más mía que nunca.
Silvia Calmet
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