NO NIÑO TODAVÍA
No niño todavía,
quítame las vendas
que sofocan estos meses
impuros y arrogantes,
estos falsos calendarios
anudados en mi brazo.
No niño todavía,
quítame de aquella sepultura,
porque nunca hay días muy azules
allí dentro,
y siento la tierra a veces penetrar
en mi garganta;
siento rabia de lo oscuro,
siento la lengua del olvido
escondiéndose en mi boca.
Sé la aguja que remiende
los recuerdos mal cosidos,
sé mis ojos,
sé mi llanto
cuando yo esté seca de vivir;
dibújame de nuevo el mundo,
mi niño,
mi no niño todavía,
sé lo que quieras ser
cuando yo ya no lo sea.
Mañana por la tarde
quizá me encuentres muy cambiada,
una noche entre la noche
cubriendo las esquinas en que existas,
pero no hay izquierda sin derecha,
niño mío,
tú lo sabes más que yo,
lo sabes sin saberlo,
sin decir una palabra,
y todo pasa
tal vez con uno o dos raspones
que muestren tu dolor y carne viva.
Las calles de este mundo son estrechas,
mi querido,
mi no niño todavía,
imposibles de cruzar sin tropezarse,
sin matar algún insecto en el camino,
vida por vida, si se quiere.
A veces soy un trapo,
una estrella, pálida luna,
madrugada sin fin;
a veces yo soy tú,
querido niño mío.
No me dejes nunca sola,
ni cuando haga de tus besos sólo un nudo,
si te ciego,
si te odio,
si te quiebro,
no me dejes sola,
mi dulce niño,
mi no niño todavía.
© Erick Strada
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