Del poemario Rosas Negras: Tres momentos para la redención
ROSAS
cantan a los oídos serafines
heridas cicatrices y deseos
que el hambre soterrado entona
y los mortales linchan
rosa pétalo y espina
una corona en las faldas de la sien
púas azotando los sentidos
flor enviudada columpiándose de una oreja y
un paseo negro hachando la cabeza
INFERNO
paraíso denostado
vilipendiado
paraíso aherrojadol
a razón sepultada
la carne desollada
la celebración insepulta a la fiesta del hueso la desnudez salta sobre la mesa
la mesa empantana la moral
la lucidez
la Constitución
la danza al aire. De las notas una mano tallando siluetas. Las mujeres, sus labios relamiéndose
en la barra dos machos forman una silla atravesada la sodomía
en la alfombra tres cuerpos escarlatas alquilándose la felicidad
a la alcoba las hembras entrelazadas rasgan las espaldas
besan los torsos. Su deseo la jauría
dan aullidos al bosque. Del abrevadero de las piernas beben
una cortesana
un homosexual: la subasta bajo la axila del cielo. Un postor marrón. Un regateo. El paraíso
asegurado
tras los borrachos la cantina. Ellos el evangelio del inferno
la sed del Convento
bajo la escalera
dos espectros afiebrados castigando los escrúpulos del matrimonio
una respiración acezante. Una novela de Kundera
Baudelaire cabalgando la esqueleta y
enarbolando
el
rabo
REDENCIÓN
estoy despanzurrado y abierto
como un batracio
al marasmo del pantano exhibiendo mi podredumbre
para que la muerte la recoja con su lástima
ya la ciénaga me ha caído
como plomo y
como éste me hundo en la barca de Caronte
esperando la redención
Juan Carlos Lucano
0 comentarios