LA CASA ALBA
Podrá no estar el firmamento
pero tus ojos no creo,
tú verás del espacio sus fogatas
pero en mí a nadie.
Estarás en la casa alba
lagrimeando en cada noche de pascua,
los niños correrán bajo los pinos,
y yo te diré en esa tarde lejana
tú ya no meces el garbanzo.
Caerán los tules como escarcha navideña
y no habrá ni María ni Jesús
ni tú para arrullarme el pecho.
He comprado el infierno por tus ojos,
un cielo naranja, un escudo de hierro
ya no sé si tu suave arenal
entibia la mañana
o amarillea la tarde.
Qué será de tus cabellos
que escurren entre los vientos un cometa;
las golondrinas después del verano van a casa
yo después de ti no sé a donde ir.
Vendrá tu piel salvaje
a enjuagarse entre mis dedos
acudirán mis brazos a morar en tus caderas
volverán mis palmas a tu cintura
haciendo círculos de fuego.
¡Ya no sé!
¡Ya no sé!
si la tarde
atardece entre dos tardes.
La rosa que desprende el rosal
ha dejado de existir
siento que se haya ido así.
Vuelven a ayunar cielo y tierra
porque hoy he muerto.
La última estrella del cielo evapora su cariño
y lentamente cierra su ventana.
Flores negras crecen al pie de las sementeras
porque mi soledad es una alegría
difícil de aclarar.
Quiero una tierra húmeda para refugiar mis huesos
aún después de muerto quiero sentir el aroma natural.
Azagar
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