CARGÁNDOTE COMO UNA LOBA HERIDA
Me arrodillo ante ti para besarte los pies
acariciando con mis mejillas tus tobillos,
como pequeñas gacelas de luz jugando en mis dedos,
una vez retiradas las flores de tus medias.
Acaricio y beso tus rodillas
cada cual compensada en su bella ubicación
dando inicio sacro a las formas redondeadas
de tus muslos como dos suaves caminos
a la luz rosada de tu profundidad
en el el gozo espiritual de oler y besar
tu ser en su estado natural.
Ah, el mar azul pálido en las olas de tus venas,
el cieno al costado de los ríos,
las flores que crecen solas y se amontonan
en dulce y oscuro rincón donde el sol llega a veces
a dormir su sueño de oro
como un vagabundo trasnochado.
Ahora quiero subir a tu ombligo
y alargar mis manos truncas
a coger las enloquecidas palomas de tus senos
aleteando para liberarse como aves independientes
arrancadas para mí.
Hasta que me llame tu boca desesperada
enredando nuestras lenguas en un fuego abrasador.
Ahora date la vuelta para oler tu nuca
el nido de dulzura detrás de tu oreja
donde la miel es fuego que quema mis labios
que tengo que refrescar, para sobrevivir,
en la cascada de tu espalda.
Hasta llegar a tu cintura, sujeta de mis manos,
doblada hacia abajo, cargándote como una loba herida
para mi cueva con propósitos impuros.
Besar ahí donde te abres como un higo maduro
y tomar agua perfumada en el hoyo detrás de tus rodillas
descendiendo al profundo jardín de tus talones
que soportan el dulce peso de tu cuerpo de mujer.
¡Sabia en tu sensualidad / en tu estudiada ingenuidad,
fuerza y dominio del encanto / sujetando las crines del amor,
pisoteando la sensatez!
Dante Lecca
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