HOMENAJE AL POETA CHIMBOTANO JUAN OJEDA
Por: Dante Lecca (*)
El escritor Danilo Sánchez Lihón se pregunta, con toda razón, en uno de sus escritos: “¿Hay, en todo el contexto de la poesía peruana actual, poesía de la calidad, de la magnitud, de la profundidad y de la estatura de la poesía de Juan? Entonces, ¿por qué el rezagamiento, la marginalidad, el anquilosamiento en que se le tuvo y se le tiene?”. De esta manera se refiere a la importancia, dentro de la literatura peruana, del poeta chimbotano Juan Ojeda, quien a pesar de la trascendencia de su obra todavía es conocida en círculos pequeños.
Pero ¿quién fue y quién es el poeta Juan Ojeda? Su biografía es breve pero profunda; y a pesar de su juventud, pues falleció a los 30 años, Juan Ojeda dejó algunos libros fundamentales: en poesía “Elogio de los navegantes”, “Ardiente sombra”, “Arte de navegar” y “Epístola dialéctica”; en ensayo “Escritura y modo de producción del texto”, y en cuento “La isla y otras exploraciones”. Luego de leer algunos de estos libros nos preguntamos ¿cuál fue la concepción poética que animó a Juan Ojeda?
En una entrevista que le hizo Oscar Colchado para la revista Alborada en 1974, él mismo se encarga de precisarnos que “la poesía, más allá de la simple articulación literaria que la funda como género, impone una forma de vida sobre la cual se alza la gravedad de la palabra. Es decir, existe un comportamiento humano cuya riqueza vital testimonia ese enclave de la expresión, esa rumorosa convocación del lenguaje como fiesta y como figura, lo cual entraña un despojarse de formas hasta acceder a un conocimiento esencial del mundo y los valores humanos”.
Para Roger Santiváñez, la vida y la obra poética de Juan Ojeda están fusionadas dialécticamente en dos opiniones que él mismo enunció; en el sentido de que su poesía es un informe sobre la desintegración demencial que es la historia; y por otro lado, que la única certeza que enorgullece a la poesía es saber que la posibilidad de edificar el reino de lo humano depende del destino del proletariado. Ahora bien, cuando decimos “proletariado”, hablamos de los oprimidos en general y de las profundas motivaciones sociales e históricas que animaron a Juan Ojeda en su vocación poética, expresado en su admiración al poeta guerrillero Javier Heraud, a quien le dedicó su poema Ardiente Sombra.En la entrevista concedida a Colchado meses antes de su muerte, Juan Ojeda dice profesar la estética marxista-leninista y al poeta Juan Cristóbal le manifiesta en otra oportunidad que le gustaría pasar El Capital de Carlos Marx a poesía; expresiones que de ninguna manera nos lleva a creer que se inclinaba por el facilismo de la poesía social, pues la suya está emparentada con la más fina expresión del arte literario, de aquellos escritores como Cesar Vallejo, Eguren o Martín Adán que se han entregado por completo a la creación estética. Lo que pasa es que Juan Ojeda, viniendo de una ciudad como Chimbote, donde se daban tantas transformaciones económico-sociales y viendo con sus propios ojos la injusticia, la explotación, la contaminación ambiental, no fue ajeno a una preocupación humanista y solidaria que impregnaba la cultura en las década del 60 y 70.
Como vemos, razones hay de sobra para homenajear a Ojeda, tal como lo viene promoviendo la Asociación Cultural del Santa, con el evento LA LITERATURA Y LA VIDA: TESTIMONIO DE ESCRITORES, a realizarse este jueves 20 de abril en la Biblioteca “César Vallejo” de Chimbote.
(*) Presidente de la Asociación Cultural del Santa.
0 comentarios