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El Rincón del Diablo

EL DESVELADO

EL DESVELADO

Él miraba la hoja en blanco como un pueblo sin memoria, esperaba que una mujer saliera de ese charco de luz como un loto de fuego inmarchitable, con una mirada que condensara todas las miradas del mundo.  Escribía imaginando su vientre.  Ella, sin abrir los ojos se volteaba para que él tatuara con su sangre negra sus pantorrillas, sus muslos, su espalda; y tejiera con su cabello una red para atrapar su soledad.  Él pelaba las ciruelas de sus ojos, para que se sumergiera el verano y bailara sin tregua.  Todos los pasillos del tiempo, los autobuses, las lecturas; terminaban en la boca de aquella mujer.  De ríos, de mágicos cantos se hinchaban sus senos; su pubis, sus pestañas, de escarcha violeta.  Era como una mujer casi, como una niña apenas, como una bebe sin saber lo que son los buenos y malos modales.  Era como el primer golpecito que dio el hombre sobre la luna, como el primer alfiler en el corazón del vudú, o el primer accidente de tránsito de una estrella contra el sol, de un meteorito en la carretera del universo que cae a tierra, de un filósofo perdiendo los estribos ante la fatalidad de lo existente.  Era así esa mujer, que ya no es materia ni espíritu, una muerte o vida en blanco, sino el agua remota del tiempo que él acababa de beber imaginariamente.

Azur Prusia

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