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El Rincón del Diablo

Latidos...

Latidos...

 

Aún latiendo

 

 

Dejé su corazón en aquel balde

aún latiendo,

y sus ojos, aún mirando,

eran pequeños,

nadie lo lloraba.

Yo pensé:

debe ser un poeta de la angustia,

del suplicio,

pues la sangre que bebía

era, debajo de sus pies,

alimento para ratas.

Aún así seguí mirando

su válvula,

su ampliación,

cada dedo no servía,

no servía nada,

y corté su cabeza

y astillé su cabeza con un mazo.

Después de no mirar

-me repudiaba el asco-

corté los miembros celestes,

corté el mar

y en dos su pecho

para ver la espina

que atrás dejó toda una vida caminando.

Pero era demasiado,

los segundos pasaban,

su corazón quería salir de aquel balde

blanco y ya rojo por las manchas

y no por otra cosa.

Sus ojos sin párpados,

sólo luces desgarradas,

podían cerrarse y no lo hacían,

mirar su corazón

los había detenido.

 

Lo sé, nada de esto es posible,

afeitar su cabeza y tirar los dientes a la vereda.

Pero quién podría detenerme,

soy el asesino

y algunos no lo son,

pueden callar entonces.

 

Soy el carnicero,

el incorruptible.

Mira mi mano,

se cierra.

¿Qué puedo obtener ahora?

 

Habrá que conocer esta otra mano,

la de puntos cruzados sobre la autopsia.

Va apareciendo el muerto que ahora ríe.

 

Que viene, tal vez,

no ya de su vida

pero sí de su muerte en un balde.

 

 

 

 

 

 

 

La batalla 

 

 

Mi carne arde,

se despluma,

mi lanza se parte,

se hunde el disparo

y cien látigos viscosos

me suavizan.

 

Pero estoy vivo,

me cuesta levantarme,

tirar la piedra

hacia el tiempo de venganza

que poco a poco es tangible.

 

La batalla duró:

pedacitos de luna,

deliciosas confesiones,

amores y odios

entrecruzados,

tejidos delicadamente,

la maldad

más artística

y ni qué decir

de la derrota

tan malintencionada.

 

Se desaparecieron el uno al otro.

 

 

 

Alexander Comundo. Estudiante de literatura UNMSM. Ha publicado poemas en la antología Generación 2000? de la editorial Círculo Abierto Editores. Correo electrónico de contacto: alexandercomundo@hotmail.com

 

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