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El Rincón del Diablo

Análisis pragmático de la carta que escribió Rimbaud a Verlaine el 4 de julio de 1873-(PRAGMÁTICA).

 

Alumno: Jorge Alejandro Vargas Prado.
Curso: Teoría Literaria III, profesor: Goyo Torres Santillana, tercer año de Literatura. UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN AGUSTÍN-AREQUIPA, PERÚ.
Año: 2006


El texto que va Usted a leer tiene por objetivo realizar un análisis pragmático, un tanto intuitivo y no muy poco adolescente, de la carta más famosa que provino de la relación entre los poetas franceses Arthur Rimbaud y Paul Verlaine, el cuatro de julio de mil ochocientos setenta y tres.

Elegí este texto porque me parece moldeable, elástico y no muy peligroso. Lo consideraré en este caso como un discurso cualquiera fuera del papel (en el que se escribe). Otra ventaja es el hecho de que gracias a nuestra tradición tenemos el contexto casi preciso en el que se sucedió la carta, lo que ayudará a identificar de mejor manera y con mayor fidelidad los actos de habla presentes.

Rimbaud era un precoz y hermoso genio cuyo temperamento hervía y desencantaba; que cansado de una vida miserable en Charleville decide huir a Paris después de enviarle su poema "El Barco Ebrio" a Verlaine, que era ya un poeta consagrado y a quien admiraba. El actuar de Rimbaud era terrible y de inmediato fue un escándalo imperdonable en el círculo social de Verlaine. No tardó mucho tiempo para que Rimbaud huyera.


Después de que Verlaine lo encontrara muerto de hambre y mucho más descuidado que cuando llegó a su casa, lo mantuvo económicamente por un tiempo.
Su relación estuvo perfilada entre la degradación plena a la que mutuamente se sometían, al desprecio de la sociedad de aquel tiempo y al amor que Verlaine sintió por su mujer.
Rimbaud disfrutaba torturando a Verlaine; lo asustaba, lo amenazaba cruelmente y hasta le acuchilló las manos. Su romance desencadenó una tormenta infernal en la vida de ambos poetas, sin embargo nunca dejaron de escribir.

Londres nos da el primer marco de referencia para nuestro análisis pragmático.
Verlaine, vencido ya por el trato desconsiderado y crudelísimo de Rimbaud, escapa corriendo rumbo a un barco que zarpaba. Rimbaud, después de convencerse de que su amado no volvería nuevamente, salió en su búsqueda.
El puerto mismo no pudo contener su sorpresa. El barco se marchaba.
Alcanzó a distinguir a Verlaine en la cubierta.

Lo que sigue es desesperado y desgarrador:

Regresa, regresa, mi querido amigo, mi único amigo, regresa. Te juro que seré bueno. Si me he mostrado desagradable contigo, fue tan sólo una broma; me cegué y me arrepiento de ello más de lo que te puedes imaginar. Vuelve, porque cuando regreses todo estará totalmente olvidado. ¡Qué desgracia que hayas tomado en serio esta broma!
No paro de llorar hace dos días. Vuelve. Sé valiente, querido amigo. Nada está perdido todavía. Sólo tienes que emprender el viaje de vuelta. Viviremos aquí, nuevamente, valientemente, pacientemente.
Te lo suplico. Además es por tu bien. Vuelve, encontrarás aquí todas tus cosas. Espero que no tengas duda alguna ahora, de que no discutía en serio. Qué suceso y situación más desagradables.
¿Por qué cuando te hacía señas para que bajaras del barco no lo viniste?
¿Hemos vivido juntos durante dos años para llegar a esto? ¿Qué vas a hacer? Si no quieres volver aquí ¿quieres que vaya yo a tu encuentro dónde tú estés?
Sé que yo tengo la culpa. No me olvidarás ¿verdad?
No, tú no puedes olvidarme.
Yo te tengo aquí siempre.
Di, contesta a tu amigo ¿acaso no volveremos a vivir juntos los dos?
Contéstame pronto.
No puedo quedarme aquí por más tiempo.
Escucha únicamente lo que dicte tu corazón.
Dime pronto si tengo que reunirme contigo.


Tuyo, para toda la vida.

Rimbaud

P.d.: Si no puedo volver a verte, me alistaré en el ejército o en la marina.
Regresa; no para de llorar a cada momento, iré, dímelo, ponme un telegrama. Tengo que irme el lunes por la tarde. ¿Dónde irás? ¿Qué quieres hacer?.



En este caso, pese a tratarse de alguna manera de un texto literario, podemos reconocer claramente un emisor y un destinatario desde el punto de vista pragmático[1]. Puesto que Rimbaud es un individuo en particular que escribe una carta concreta a un individuo, y sólo para un individuo, en particular: Verlaine.

Intentaré establecer, descubrir cómo se forman las implicaturas en esta carta; si hay algún tipo de ellas buscaré su origen y lo que en realidad quieren decir los enunciados; y además veremos el tipo de acto ilocutivo que predomina. Al final veremos si los actos ilocutivos dan paso a algún tipo de reacción perlocutiva.

Regresa, regresa, mi querido amigo, mi único amigo, regresa.: Estamos frente a un acto ilocutivo[2] "pedir". En un primer momento, y dejándonos llevar por lo que sabemos hasta ahora de Rimbaud, podríamos sugerir que se trata de "ordenar", pero la presencia de las palabras "querido", "único" y "amigo" nos demuestran el carácter suave y desesperado de la petición. El término "regresa" se repite en tres oportunidades. Podemos suponer lo que esto significa.

Te juro que seré bueno. Rimbaud promete, jura. Pragmáticamente sabemos que para considerar un juramento válido tenemos que estar en un contexto juramental verídico (es decir con un juramentante que juramente en una sesión de juramentación oficial y con un juramentador que le tome el juramento; suena redundante pero es así. Las disculpas están hechas)[3]. Pero no por eso vamos a invalidar la intención de Rimbaud. Él está dispuesto a amar a Verlaine y metaforiza la oficialidad del acto de juramentación para demostrarle el compromiso que está tomando bajo la mirada de un público juramentador que no existe. En otras palabras él se compromete a inventar una situación oficial para verse obligado a cumplir su juramento.

Si me he mostrado desagradable contigo, fue tan sólo una broma; me cegué y me arrepiento de ello más de lo que te puedes imaginar. Definitivamente es un acto de habla informativo/emotivo en el que Rimbaud nos muestra su pesar ante lo que reconoce fue su error. Podemos comenzar a implicar[4] por esto el carácter voluble y débil de Rimbaud. De ser un niñito diabólico y cruel a ser una débil criatura que llora y se arrepiente.

Vuelve, porque cuando regreses todo estará totalmente olvidado. Rimbaud continúa pidiendo pero esta vez el acto ilocutivo obedece a una orden. "Todo estará totalmente olvidado" implica la superioridad sentimental de Rimbaud sobre Verlaine. Rimbaud no considera si todo estará totalmente olvidado para Verlaine y sin embargo obliga a la situación a que se acomode a sus sentimientos.

¡Qué desgracia que hayas tomado en serio esta broma! Nuevamente el Rimbaud superior se impone. Tras haber reconocido su error, gira el asunto para implicar que Verlaine tiene la culpa de todo aquel desbarajuste. Presupongo que Rimbaud no consideraba a los cuchillazos en las manos y demás como una broma a la que no hay que tomar en serio.

No paro de llorar hace dos días. Vuelve. Rimbaud ordena una vez más. Vemos que la orden se relaciona íntimamente con el acto de habla informativo que le antecede; al cual se le podría calificar ilocutivamente de "herir", él quiere que Verlaine sepa que no deja de llorar por su culpa. Rimbaud ordena, manipula y culpa.

Sé valiente, querido amigo. Esta frase puede ser peyorativa. El hecho de incitar la valentía implica que se carece de la misma. Rimbaud le dice cobarde a Verlaine. Y relaciona esa falta de valentía con el hecho de haberse ido, de no regresar y por ende, de ser causa de la prolongación del sufrimiento mutuo.

Nada está perdido todavía. Sólo tienes que emprender el viaje de vuelta. Rimbaud relaciona el salvamento de la relación al regreso de Verlaine. Vuelve a dejarle las responsabilidades al amado. Culpabiliza.

Viviremos aquí, nuevamente, valientemente, pacientemente. El adverbio refuerza la predicción que Rimbaud hace sobre el futuro de su amorío. Afirma unilateralmente una decisión doble.

Te lo suplico. Además es por tu bien. Rimbaud contextualiza y explicita su intención. Maneja claramente el mensaje que quiere que Verlaine comprenda. Pero el verdadero acto ilocutivo se parece más a culpar o herir que al de suplicar. Esta idea se refuerza por la expresión siguiente.

¿Por qué cuando te hacía señas para que bajaras del barco no lo viniste?
¿Hemos vivido juntos durante dos años para llegar a esto? ¿Qué vas a hacer? Si no quieres volver aquí ¿quieres que vaya yo a tu encuentro dónde tú estés? Predomina en esta parte el acto interrogativo. Rimbaud quiere indagar sobre los sentimientos y sobre las acciones de Verlaine. Nuevamente la presencia de esta intención quisquillosa y malsana de culpar, aunque en este caso de manera más solapada al recaer el peso en la referencia que se hace al convivir y que significa de alguna manera soportar el peso (de la culpa) con la pareja.

Sé que yo tengo la culpa. No me olvidarás ¿verdad? Los conflictos entre las implicaturas y las explicaturas vuelven a mostrarse. Rimbaud viene aceptando en sus locuciones la culpabilidad propia, pero hemos visto hasta el hartazgo que eso no es lo que en realidad quiere decir. En la segunda parte interviene directamente y sin reparos en los sentimientos de Verlaine. Y le asegura que no se olvidará de él.

No, tú no puedes olvidarme. Yo te tengo aquí siempre. Cuánta debilidad espiritual de Verlaine nos muestra este verso. Podemos precisar entonces, y asegurados por los precedentes, que el rol pasivo en la relación fue desenvuelto por Verlaine. Una nueva muestra de cómo Rimbaud manipula a su amado. La segunda oración, pese a todo es romántica y sensible. Aunque no haya respuesta de Verlaine, Rimbaud está resignado a amarlo por siempre.



Di, contesta a tu amigo ¿acaso no volveremos a vivir juntos los dos?
Contéstame pronto. El acto ilocutivo de ordenar se ve suavizado por la palabra "amigo" que ya por el contexto y por los referentes mismos en la carta se nos muestra como el término preferido, el más tierno y el menos escandaloso para llamar al amado. Rimbaud empuja y construye en los sentimientos de Verlaine sin preocuparse de su opinión ni de sus sentimientos.

Escucha únicamente lo que dicte tu corazón. ¿A quién realmente pide Rimbaud que escuche Verlaine? Rimbaud extorsiona a su compañero y lo confunde de una manera sutil y demoníaca. Por lo argumentado me atrevo a decir que Rimbaud realmente se vuelve, se siente (dueño del) el corazón del viejo poeta.

Tuyo, para toda la vida. Rimbaud se entrega en este acto de habla expresivo eternamente. Pese a todo, podemos implicar en esta frase aquel sentimiento de desesperación que le produce la falta del ser "amado".

P.d.: Si no puedo volver a verte, me alistaré en el ejército o en la marina.
Regresa; no para de llorar a cada momento, iré, dímelo, ponme un telegrama. Tengo que irme el lunes por la tarde. ¿Dónde irás? ¿Qué quieres hacer?. Rimbaud termina la carta con una post data a modo de sinopsis de todo lo que quiso decir durante la misiva. El primer acto ilocutivo que notamos es el de amenazar (aunque es algo poco común por el romanticismo en el uso -la amenaza se ve condicionada con la negación del amor, además del tipo de lenguajes delicado y asertivo[5]- , un buen acto ilocutivo gasta todas las opciones que tiene para lograr su cometido; por estas razones notamos que Rimbaud cuida de su imagen personal, ‘face[6]' según Brown y Levinson). Seguido está presente el acto ilocutivo de ordenar y uno expresivo que tiene como ilocución manipular. Al final se presentan nuevamente las preguntas como para comprobar/obligar el efecto certero de la carta.

La primera y más saltante característica del texto que podríamos anotar es la prevalecía de actos ilocutivos que buscan que una orden (o pedido según se vea) se realice: la vuelta de Verlaine al lado de Rimbaud. Podemos cuestionarnos sin embargo acerca del real carácter de la carta. ¿Es realmente una carta en la que se ruega?. Considero que se puede tener en cuenta, y muy enserio, el doble discurso que maneja Rimbaud en la mayoría de sus apreciaciones. ¿Qué busca con informarle a Verlaine que sufre todo el tiempo con su partida?. Presupongo que Rimbaud, conciente de la personalidad débil de Verlaine, busca su retorno por medio de la culpabilidad; aunque el mismo intente engañarse, o engañar a Verlaine, aceptando con arrepentimiento el pecado.
Pero como sabemos todo análisis, sea pragmático o no, es subjetivo. Nada aportamos al precisar aquello, pero siempre hay que tenerlo en cuenta; así que no podemos estar seguros de las intenciones de Rimbaud, el único capaz de dilucidarnos la duda sería él mismo.

A su vez la carta nos puede servir para pintar la personalidad de nuestros personajes de mejor manera.
Rimbaud se nos presenta decadente y depresivo; capaz de quebrarse hasta la humillación con tal de conseguir lo que quiere (pues como veremos, la inmadurez con la que después se trata el asunto, sencillamente sorprende); queda de lado esa locura malvada en la que es capaz de acuchillar.
Verlaine queda como un manipulado con el cual Rimbaud juega y juega y del cual es imposible desprenderse. Queda marcado también un contraste entre esa personalidad débil y sin iniciativa con la bestia que arremetía contra su mujer y su hijo bebé; a los cuales torturaba después de embriagarse con Rimbaud.

Para acabar con este asunto y quedarnos más tranquilos veremos si los ambiguos actos ilocutivos de Rimbaud maduraron de manera correcta e hicieron efecto en el receptor.

Cuatro días después de esta carta Verlaine respondió desesperado con un telegrama en el que le pedía a Rimbaud volverse a ver en Bruselas, lugar al que había llegado, para despedirse pues tenía pensado enrolarse en el ejército carlista.
La carta fue entonces persuasiva, y esto sí se puede afirmar categóricamente, la comunicación funcionó de manera correcta y después del arrepentimiento de Verlaine, cosa que buscó Rimbaud, se volvieron a encontrar, cosa que buscó Rimbaud también.
Rimbaud llegó ese mismo día (vaya nivel de perlocución el del telegrama, Verlaine definitivamente sabía también cómo trabajar los actos ilocutivos) pero al encontrarse las cosas volvieron a ser las mismas.
Verlaine decidió no irse y Rimbaud, al haber conseguido la entrega sincera de su compañero, quiso volverlo a dejar.
Irónico ¿no?. Tal vez este tiempo que el hemos dedicado al análisis pragmático de esta carta quisquillosa no haya sido del todo pertinente.
¡Vaya Rimbaud a saber!


Bibliografía:

- MONTERO, ROSA. Pasiones. Editorial Aguilar. Buenos Aires - Argentina, 1999.
- CARRÉ, JEAN-MARIE. Cartas de la Vida Literaria de Arthur Rimbaud. Editorial Poseidón. Buenos Aires - Argentina, 1945.
- BONNEFOY, YVES. Rimbaud por sí Mismo. Monte Avila Editores. Caracas - Venezuela.
- ESCANDELL VIDAL, M. VICTORIA. Introducción a la Pragmática. Editorial Anthropos. Barcelona - España. 1993.
Textos consultados a partir de esta edición.
- AUSTIN, J.L. Cómo Hacer Cosas con Palabras. Paidos. Barcelona - España. 1971.
- BROWN, P. y LEVINSON, S. Politiness. Some Universal in Language Use. Cambrigde. 1987.
- GRICE, H. P. Logic and Conversation. 1975.


[1] Victoria Escandell hace hincapié en conceptualizar los términos básicos de pragmática en dicotomías con los que utiliza la gramática: emisor/hablante y destinatario/receptor (pragmática/gramática). Se relaciona entonces a los términos pragmáticos con situaciones y actantes únicos en un determinado y único contexto. El emisor es un ser determinado que produce un enunciado determinado (modificación del entorno) para un destinatario determinado.
[2] Austin desarrolla la teoría de los actos de habla (unidades mínimas de comunicación) y plantea su tricotomía de acto locutivo/ilocutivo/perlocutivo.
El acto locutivo es cuando se emite el enunciado con un significado. El Ilocutivo tiene que ver con la intención con la que se produce el enunciado (¿Qué queremos efecto queremos producir en el destinatario?) Y el perlocutivo está relacionado más cercanamente con el efecto en el destinatario. Es decir con la realización del acto ilocutivo.
[3] Sobre este punto Austin desarrolla la teoría de los Infortunios. En síntesis podríamos decir que no basta con que los enunciados sean convencionales sino también que tienen que emitirse siempre en las condiciones requeridas. Un fallo a esas condiciones se le conoce como Infortunio.
[4] Voy a utilizar el término "Implicatura" que desarrolló Grice bajo una óptica bastante amplia: Implicatura es todo lo que se transmite en el enunciado pero que es diferente de su contenido proposicional. Todo lo que se puede implicar de un enunciado. En mi análisis las implicaturas tendrán relación estrecha con el contexto.
[5] Entiéndase como "asertivo" a la capacidad de propugnar las ideas, las creencias, las opiniones pero siendo siempre cortés con los demás. Decir lo que uno piensa sin herir o molestar a nadie.
[6] El concepto de face es la noción principal dentro de la teoría de Brown y Levinson (considerada como el mejor y más novedoso desarrollo de la Teoría de la cortesía). Escandell define de la siguiente manera el concepto de Brown y Levinson: Cada individuo tiene y reclama para sí una cierta imagen pública que quiere conservar. (...) De la necesidad de salavaguardarla se derivan todas las estrategias de cortesía. (...) es el modo en el que se determinan los comportamientos sociales.

 

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