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El Rincón del Diablo

HOMENAJE: LOS ESCRITORES QUE NOS DEJARON

HOMENAJE: LOS ESCRITORES QUE NOS DEJARON  

360 grados

 

(VISIÓN PERSONAL DE LA HUIDA AL INFINITO)

 

 

Marzo. Lluvia gris sobre el asfalto. Noviembre de días opacos. Otros días más, inubicables en la memoria. "A veces no nos enteramos a tiempo, y ya es tarde para decir algo, hasta para pensarlo".

Ella era buena para levantarme los ánimos. Acostado sobre su regazo pensaba en algún artículo que tenía ganas de escribir para compensar mi habitual silencio. Era la cuarta partida en lo que iba del año, y mis ojos no resistían más ausencias. Más reservas.

Era diciembre, y me enteraba recién del deceso de Pablo Guevara, acaecido un mes antes. Y luego daba todo un giro en 360 grados. Y volvían a mi mente los viajes, los árboles y praderas, el frío andino, las horas de estudio, los innumerables trabajos -ya sean extra o íntegramente curriculares-, los mensajes no leídos en mi correo electrónico y aquellos que eliminaba sin siquiera echarles un vistazo.

Cuando Pilar y Jorge Eduardo murieron yo estaba de viaje por Huaraz. Ciertamente un viaje de placer, aunque a mi familia les habían explicado que era por motivos de investigación: la universidad, la tesis, el afán de promoción cultural, en fin... Era el tercer día en aquella maravillosa ciudad; salía a platicar por sus calles tranquilas, de aire rudimentario, al lado de Roxana o de Tania (o de ambas). Pero fue Tania quien me hizo saber de ellos, un tanto inquieta, mientras veíamos algunas páginas en Internet y me daba las primeras pautas para crear un blog. Sólo pude experimentar una sensación de vacío. A Pilar Dughi nunca llegué a conocerla, pese a haber leído de ella uno que otro cuento en la red; pese a ello, la idea de perder a una excelente persona y una narradora que podía ofrecernos muchísimo todavía, me produjo cierta tristeza. De Jorge Eduardo Eielson conocía tan sólo su Poesía en forma de pájaro, aquélla que en Cuarto Año de Secundaria mi maestra leyera a pocos minutos de terminar la clase. Pero de él llegué a conocer mucho más aún. Tania me pasó su Poesía Escrita y leí algunos poemas en voz alta. Primera muerte de María, Solo de sol, Variaciones en torno a un vaso de agua (...y mis labios en ti...). Luego de leer varios de sus poemas, pensé inmediatamente: "Se fue uno de los mayores poetas peruanos del siglo XX". Y me sentí ridículo. ¿Tuve que esperar hasta ese momento para recién conocer de su obra literaria?

De Huaraz guardé muchas cosas (quizá por eso he pensado mil veces en volver a esa ciudad, como si algún signo vital hubiese dejado perdido en su cielo despejado). Además de crear un blog, llevé conmigo una copia de la Poesía Escrita de Jorge Eduardo Eielson y el recuerdo de Ave de la noche de Pilar Dughi, para adquirirlo una vez llegara a Lima.

Luego los meses, los días, las horas, el tiempo... Siempre las horas... Siempre los relojes conspirando ante todo. Todo me llena de nostalgia. Todo transcurre. Uno nunca toma conciencia de las cosas hasta que un viento helado las envuelve y las arranca de nuestro lado. A mediados de julio o agosto (no recuerdo qué día exactamente), recibí un mail de Cahuide. Soy sincero, no le tomé la debida importancia. Fue en septiembre, me parece, que recién decidí abrirlo, luego de haber terminado la edición de ese mes de mi blog. Eran datos adjuntos, ningún otro mensaje adicional, además del título: "En homenaje a Francisco Gonzáles, escritor y promotor cultural ancashino". Recordé, entonces, al señor que se encargaba de producir cada cierto tiempo la Revista Cultural Asterisco. Y abrí el documento. Esto fue lo que encontré:

 

 

PANCHO CAMINA POR LAS CALLES DE HUARAZ

 

                                                   A Francisco Gonzáles in memorian

 

Pancho está sentado en la retina nebulosa de las tardes

pero camina por las calles de Huaraz

con el corazón volcado en la lluvia.

 

Pancho sostiene el pincel luminoso de sus años mozos

pero camina por las calles de Huaraz

sembrando una flor a través del color que de sus ojos brotan.

 

Pancho desnuda su alma y se sumerge

en la infinitud de sus cuadros en el museo

pero camina por las calles de Huaraz

oteando el rostro de una ciudad sonámbula

 

Pancho se ha dormido sobre la piel de una mañana oscura

pero aun camina por las calles de Huaraz.

 

Teófilo Villacorta Cahuide

 

 

Intuí lo que aquel poema me transmitía con tanta nostalgia. Y sólo pude cerrar los ojos, impotente, agobiado por la melancolía.

"La muerte es parte de nuestra naturaleza, Christian. Nos queda sólo acostumbrarnos". Ella me miró, días después de aquella noticia, con su rostro de madrugada cálida, de primavera en plenitud. Y creí saber que ante su mirada todo cobraba vida. Quizá por eso, ya menos avergonzado por ser el último en enterarme de las malas noticias, supe a través de Róger lo de Pablo Guevara. Róger, tan bromista, tan excéntrico, tan oscuro, parecía por aquellos días derrumbarse. A muchos les había afectado esa pérdida repentina (Ahora más que nunca lo siento). También Eberth me contó que sufría a mares el no haber estado a su lado, en sus últimos instantes de vida. "Estaba bien hasta un hace unos días, antes de que ocurriera", me había escrito en el chat. Yo trataba de hacerle comprender los mensajes celestes que Ella me enviaba cada vez que me ponía a pensar en los dilemas de esta vida, que a un solo camino nos conduce. Y también recordé que era precisamente Pablo quien me incitó, de lejos, con su "Un iceberg llamado Poesía", antologado en 50 Poetas Peruanos del Siglo XX de la colección de Literatura Peruana de El Comercio y PEISA, a querer trabajar la poesía de manera diferente, ya no como una simple catarsis.

Si bien Ella me dice que la muerte es un monstruo tácito con el que debemos acostumbrarnos a convivir diariamente, yo no he olvidado a los escritores que de alguna manera han marcado mi vida e influido en mi trabajo literario. Sería un ingrato si lo hiciera: me han enseñado bastante. Tal vez por eso es la nostalgia que se aglomera en mis pupilas en estos instantes, dándole a mi rostro un aire taciturno y desolador. El año daba sus últimos alientos. Cerraba su ciclo. Todo daba un giro en 360 grados. Y los recordaba más que nunca. Cuatro vidas. Cuatro mentes transparentes dejando una imagen imborrable en la bruma del recuerdo. "Imposible olvidarlos, María. Imposible". Y Ella, con la mirada dulce, y su sonrisa de luna en esta noche limpia e infinita, canta en silencio un poema dedicado a la vida que todos dejamos en los corazones de nuestros seres amados al momento de partir.   

 

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