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El Rincón del Diablo

UN FANÁTICO

UN FANÁTICO

 

Apenas tenía 14 años, cuando escuche por primera vez la música de los Beatles; al principio me parecía algo absurdo el escuchar este género de música el cual no entendía nada; todo era en ingles y por decirlo así esté idioma nunca me agrado. En el colegio Inmaculada de la Merced, lugar donde estudie la mayor parte de mí secundaria; fue en este lugar donde encontré y escuche por primera vez la música pop y el rock, que al igual que mis primos de la misma edad que la mía nos fascinaba y agradaba, pero que al parecer a mi hermano le molestaba un poco; pero igual nosotros no hacíamos caso de sus recriminaciones y seguíamos escuchando nuestra música. Aunque no se me daba nada por escuchar la misma música que mi hermano, su fanatismo me envolvía, era algo sorprendente la admiración que tenia por este grupo británico, era un betlemaniaco de corazón como decía en varias oportunidades a mis tíos y amigos del colegio a quienes trataba de incentivar para que escuchen lo mismo que él. Muchas de las veces cuando nos encontrábamos a la salida del colegio, le acompañaba a las librerías donde escarbaba sobre libros y revistas que contuvieran algún dato que le faltara para su archivo betlemaniaco que lo constituía muchos recortes de periódicos y revistas que obtenía de la caja que mi tío guardaba en su cuarto; una caja con muchas sorpresas, en donde encontrábamos muchas cosas graciosas, como: revistas deportivas y de farándula de la época (de los ochenta para ser mas exactos) y algunas que otras revistas para mayores, eso atrajo a nuestro otro acompañante que tan solo entro a zapear lo que hacíamos, quiso verlas pero mi hermano no le dejo, -solo busquen revistas que contenga algo de los Beatles o de John Lennon nos decía-, su fanatismo no tenia límite. En los días en que salíamos al centro de Chimbote, me hacia caminar desde la casa hasta el famoso mercado de las Malvinas, lugar donde se obtenía cosas de segunda mano y algunas cosas robadas; llegábamos y él ya tenia su plan estratégico para dar el duro golpe a los tricicleros que tranquilamente vendían libros usados y discos de 45 y 75 revoluciones, los cuales remataban al mejor postor como si fuera una subasta, mi hermano me decía todo lo que tenia que hacer, él se encargaría del resto, al principio me daba un poco de miedo por si nos descubriesen con las manos en la masa, mi nerviosismo era intenso, él muy ágilmente sustraía los discos y se los metía debajo de la casaca de cuero negro, despintado que tenia y que nunca se lo quitaba; a todos lados salía con su inseparable casaca que le había regalado mi padre antes de que esté se fuera a trabajar al puerto pesquero de supe puerto, en la provincia de Barranca; eran uno solo. Luego que lográbamos nuestro objetivo (que eran los discos), salíamos tranquilos del lugar al mismo estilo de los ladrones profesionales, con nuestros discos, pues ya nos pertenecían; sentía la alegría y satisfacción de mi hermano por lograr lo que más deseaba, regresábamos a casa cansados de tanto caminar, solo cruzábamos la puerta  y él corría como un lince a sacar su viejo toca discos que mi abuelo le había regalado porque ya no servia, pero él con toda su habilidad e ingenio hacia funcionar, todos gozaban de su astucia, nadie en la casa se había imaginado que el viejo toca discos volvería a funcionar; mi abuelo soltaba su carcajada y siempre nos decía -esos son mis nietos, son unos Morales y de los buenos, tienen la misma inteligencia que su abuelo, todos soltaban sus carcajadas, pero mi hermano permanecía concentrado y tarareando las canciones que solo él lo entendía.

           

            Muchas veces mi madre ya se impacientaba por el ruido chilloso que hacia este aparato viejo, despintado, lleno de polvo y un olor a guardado que me hacía estornudar sin parar, producto de una alergia que sufría desde muy niño, eso era lo de menos, mientras descansaba en el sillón observaba como mí hermano sacaba de sus cajones donde guardaba sus herramientas de electricidad, unos alicates, cinta de embalar, su estaño y pistola de soldar, y un desarmador, esas eran las únicas armas que él usaba para remediar los errores o deficiencias que tenia dicho aparato. Siempre necesitaba de mi ayuda, pero a mí nunca me interesaba arreglar cosas, ni mucho menos ayudarle a reparar ese vejestorio, como lo decía al viejo tocadiscos del abuelo, -vejestorio es lo que tienes en tus cajones- me decía, refiriéndose así a mis juegos de que tenia guardado en los cajones de la vitrina de mi sala, yo hacia caso omiso a sus palabras de cólera por no poder reparar al momento su viejo tocadiscos, pero lo que conseguía trabajando muy duro; algunas veces se amanecía intentando regular el sonido o de intentar hacer que el volumen sea mas nítido pero eso fue cosa de más trabajo y tiempo. Muchas de las veces recibía halagos por parte de mis tíos y mi padre, mientras que mi madre le lanzaba balas de crítica y gritos de disconformidad por su trabajo, pero siempre salía en su defensa mi entrañable abuelo que le daba más ánimos de seguir trabajando en el viejo tocadiscos, que era de la familia y que él había heredado antes de tiempo.

 

Una noche de un mes que no recuerdo nos enteramos por las noticias que uno de los integrantes de los Beatles, George Harrison, el Beatle tímido como le decían había sido atacado en su mansión de Londres por un fanático; esa noticia cayo como un baldazo de agua fría a mí hermano, no supo que hacer, si llorar o salir corriendo de la casa, solo pude ver su cara de consternación y resignación al saber que el ex beatle se encontraba bien en un hospital del viejo mundo, eso paso y mi hermano continuaba con el temor de que otro beatle falleciera, -solo quedan tres- me decía, yo no sabia mucho del tema, pero me interesaba que me contase más sobre lo que habían sido los cuatro integrantes de aquel grupo de Liverpool. Él muy a su manera me iba relatando todo lo que sabia acerca de aquel grupo, me contó también como así se había echo tan fanático de aquel grupo. Empezó contándome que hace mucho mi padre había conseguido prestado de un tío suyo un disco de 75 revoluciones o long play de este grupo, mi padre lo grabo en un casete que lo escuchaba cada vez que regresaba de su trabajo, -de esto no me acuerdo- le dije, -claro pues, tu eras un bebe en ese tiempo- me respondió con cara de sarcasmo, -ya eso no importa- le replique, sigue con tu relato, -nuestro padre me contaba que era la música de un grupo que no era del Perú, sino que venia del extranjero- me decía con tanta fascinación, mmmm era lo único que yo podía decir, así continuo toda la tarde, -es una historia algo larga de contar- me dijo como señal de su continuo aburrimiento. Pasaron algunos meses y días antes de celebrar un año más de la muerte de John Lennon, cuando ocurrió la muerte del Beatle místico como lo decía mí hermano a George Harrison; fue en diciembre del 2001, pocos días antes de que todos los betlemaniacos iban a rendir culto al líder del cuarteto de Liverpool; mí hermano no se iba a perder esa oportunidad de estar allí con ellos, ya había planeado viajar a lima para el homenaje, cuando de repente salio en el noticiero que el Beatle tímido acaba de fallecer en un hospital de Londres, mí hermano que acababa de levantarse de la cama aun con un pequeño porcentaje de sueño, pudo escuchar la mala noticia de la muerte de George Harrison, él despertó del subconsciente en el que estaba inmerso, de un salto salio disparado a la sala en donde la televisión y todos los canales hablaban del recién fallecido, ídolo para muchos, mí hermano no supo que hacer, termino de escuchar la noticia, se paro bajo el umbral de la puerta trasera que llevaba al patio y a la casa de mis abuelos, agarro una revista y se sentó bajo el umbral de la puerta, nadie le decía nada, pero yo pude darme cuenta que se encontraba muy deprimido por la noticia que conmovió a todo el mundo fanático igual que mi hermano.

 

            La tristeza de enterarse de esta noticia, logro que mi hermano después de almorzar me dijera:

            -acaba rápido porque iremos al centro a buscar muchas cosas-,

            -cosas- le dije,

            -que cosas-,

            -buscaremos cosas sobre George Harrison, sus discos, revistas o lo que sea-     

            -Esta bien- fue lo único que atine a decir.

           

            Acabe de almorzar y salimos tan rápido que no me dio tiempo de cambiarme de ropa, salí como estaba, mientras que él salía con su inseparable casaca de cuero, caminaba tan rápido que me dejaba muy atrás, -camina más rápido- me recriminaba, solo seguía sus palabras. Llegamos al centro de Chimbote, pasamos por los tricicleros a quienes ya les habíamos dado el golpe hace unos cuantos meses, lo mire y le dije -aquí de nuevo-, -no- me respondió tan secamente-, solo atine a seguir ordenes y nada más que eso, -solo iremos a comprar un par de discos de Harrison-fue lo que en todo el camino me dijo, -discos- le respondí, -sí discos-, eso me agradaba un poco. Entramos a la disco tienda, preguntamos por algún disco de Harrison, -no tenían-, recorrimos varios lugares y en ninguno pudimos encontrar discos de Harrison, la lamentación de mí hermano se acrecentaba, después de tanto andar como un par de locos preguntando de un lugar otro si había esto o aquello, ya me había echo aburrir tanto que me quería ir a mí casa y ver la televisión, cuando mí hermano vio una tienda de discos, le produjo un sensación que ahí si encontraría lo que tanto buscaba, pero le dio vergüenza el querer preguntar, así que me obligo a hacerlo, por lograr lo que sea para ir a mí casa, obedecí, me adentre al lugar que era atendido por un señor con vestimenta de hippie, le pregunte si tenia algún disco de George Harrison, me miro, sonrió, le comento a un amigo suyo que le estaba acompañado en el momento de mi llegada, las palabras que le dijo fueron muy certeras para mí hermano que escucho todos los comentarios que realizaron ambos señores, -aquel muchacho busca un disco de Harrison- fue lo que se escucho muy despacio en la tienda muy pequeña decorada con decenas de póster de diferentes grupos, ese comentario no me alarmo, ambos señores se me acercaron y muy animosamente me preguntaron -así que buscas un disco de Harrison?-, -sí- les conteste, bueno aquí tengo algunos, se agacho bajo el mostrador, saco una caja con muchos discos de Harrison entre ellos, mí hermano salto como una fiera hacia el mostrador, tan grande fue su excitación por los discos, que casi rompe el vidrio del mostrador, -despacio muchacho- fue lo que se escucho por parte del vendedor, -quiero estos dos- dijo mi hermano, -cuanto es- fue lo único que pude decir, -haber-, dijo el vendedor dos discos de Harrison, -son diez soles cada uno- grande fue la sorpresa de mí hermanó que solo tenia diez soles, le faltaba otros diez, me miro con esa carita que convence a todo el mundo, -ya toma mis diez soles-, le dije sin titubear. Pagamos los discos y salimos tan rápido de la tienda y tomamos el primer auto que nos llevó de regreso a casa; llegamos y mí hermano entro tan rápido que no me di cuenta, prendió la radio y puso los discos, se veía como disfrutaba de las canciones tan místicas y llenas de un amor a la paz.

 

            Después de varios años que sucedió la muerte de George Harrison, mí hermano seguía con sus colección de folletos, revistas, fotos, discos, LP, Póster; decoraba nuestro cuarto con miles de recortes de periódicos, donde salían los cuatro grandes del Liverpool, o bien salían uno por separado, Lennon en una pared, Harrison en la otra, Paúl y Ringo compartían un mismo lugar, aunque me parecía algo injusto que a estos dos los tuviera juntos, porqué no en un lugar distinto; luego comprendí por que lo hacia. Mí madre cuando veía decorado nuestro cuarto como una discoteca nos lo recriminada, hasta algunas veces sacaba los póster de la pared y arrancaba los discos que estaban puestos de manera delicada sobre la puerta; en si nuestro cuarto se había convertido en un sitio betlemaniaco, cada centímetro de la pared del cuarto no era desaprovechada por mi hermano, espacio en blanco que encontraba lo rellenaba con una foto o un disco de 45 revoluciones, todo el sitio era puro Beatles, ninguna parte tenia yo para pegar mis póster de los manga que me gustaba ver, cuando pegaba alguno de los míos, al regreso del colegio ya no los encontraba, había una foto de Lennon o de otro en el lugar del mío. Eso ya me empezaba a impacientar, quería una parte del cuarto para mí, mis quejas eran frecuentes hacia él, cosa que hacia oídos sordos; como veía que no hacia caso a mis demandas que eran justas, accedí ir a quejarme a mí madre que tampoco me hacia caso, de tanto esperar a que mis demandas sean escuchadas, opte por utilizar mi ultimo recurso, el cual constituía separar mí parte del cuarto marcando mi franja de limite, así pensé que se acabaría mi problema, saque todos los papeles que habían en mi sitio y se los puse sobre su cama, cuando llego del colegio, corrió de frente al cuarto, dándose con la sorpresa que la mayor parte de sus póster habían sido quitados de su lugar, salio del cuarto y de frente echo la culpa a mí madre que se encontraba cocinando, mí madre negó toda acusación, así que se lanzo en mi contra, -que has hecho- me dijo, -nada- le conteste muy secamente, volteo la mirada hacia el cuarto, donde se podía distinguir el enorme espacio en blanco, que mostraba un vació absoluto, - que piensas poner allí- me recrimino con palabras fuertes, -mis póster- muy irónicamente le conteste, veía su cara de resentimiento hacia mí, eso produjo que me compadeciera de él, -vamos hay que volver a pegar los póster- le dije, me miro y sonrió, empezamos a pegar los póster de nuevo cuando de pronto saco de su mochila un paquete de revistas de rock, donde había mucha información del grupo, me extraño mucho esas revistas, así que le pregunte de donde las había sacado, -los compre- me dijo, a un sol cada uno, -mmm...-, fue lo único que pude decir, seguimos mirando muy distraídos cada revista cuando en un descuido mi madre entro al cuarto y nos encontró mirando las revistas, bueno ella no se fijo que era lo que hacíamos, solo atino a decir a comer, la palidez del rostro de mí hermano se hizo presente frente al repentino ingreso de mamá al cuarto, agarro las revistas y las metió en su caja donde ocultaba sus demás cosas.

 

            Cada día que pasaba mí interés por aquel grupo británico se me acrecentaba, no lo podía creer lo que me estaba pasando, ahora me toco a mí acceder a este tipo de música, que al principio odiaba y no digería como un sonido melodioso para mis oídos, pero parecía que las cosas estaban cambiando, me había vuelto un fanático más, escuchaba la música con mucha devoción y atención, trataba de descifrar el mensaje que hacían llegar a través de la música. Ahora era yo quien estaba involucrado en este mundo de fantasías y Beatlemanias, él único que me miraba con mucha curiosidad era mí hermano, que al parecer no lo podía creer, había encontrado un aliado más, ya éramos dos, dos a quienes nos gustaba lo mismo, sin duda era una cosa increíble como mí hermano y yo podíamos estar compartiendo un mismo gusto, nunca agradábamos de lo mismo; a él no le gustaba las mismas chicas que a mí, ni los programas de TV, hasta cuando jugábamos fútbol éramos rivales, raras eran las veces en que nos tocaba jugar en el mismo equipo y cuando lo hacía nunca podíamos ganar. Pocas veces él lograba ganarme.  

 

Después que mi hermano se marchara a la ciudad de Lima por motivos de estudios, yo había quedado como único heredero de su muy preciado tesoro, me aconsejo que siguiese buscando mas información, recortes o si era posible que comprase mas discos, que era lo que le hacia falta, solo tenia unos cuantos álbumes, entre los que contaba con su mayor tesoro  el disco imagine de John Lennon.

Durante su estadía por lima, imagine que mi hermano seguiría con su búsqueda de accesorios que tenían que ver con los Beatles, pero cuando viaje a visitarlo me di con la sorpresa que ya había dejado en un mayor porcentaje su fanatismo a este grupo. Solo quede yo a cargo de toda esta tarea de seguir con la búsqueda de más información acerca de la historia de este grupo, fue un trabajo muy duro, pero de donde pude conseguir datos que me sirvieron para escribir un texto narrativo en memoria de los cuatro grandes de Liverpool. Aun así, el gran amor y sentimiento hacia este grupo nunca termino por mi parte y mucho menos por parte de él.   

 

 

Juan Carlos López Morales

 

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