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El Rincón del Diablo

A propósito de la exposición fotográfica de Galia Gálvez en Chimbote:

A propósito de la exposición fotográfica de Galia Gálvez en Chimbote:  

Autorretrato en blanco y negro frente al lago (podría ser con  filtro azul o sepia)

 

Ellos me han contado  Senia,  con voz  quebrada, que era una mañana  de diciembre. Sí, entiendo que diciembre tuvo que haber sido - esto hace 22 años - cuando  inacabada  Galia Gálvez, la  enana de dos trencitas  y mejillas escarchadas, la que vestía un bucito rojo  y  otro  azul,  decidió abrirse  entre el pubis  de la madre  y una mesa de tópico para que la nieve, su nodriza de tormentos y alegrías  la recibiera en el regazo. Sé  que le colocó un pezón helado a  su caliente  lengua de cría para que el  frío ardiera  a llama viva  en tan pequeño cuerpo el resto de su existencia; tan brutal fue ese amamantar que la mató - lo cierto es que luego de no sé cuantos minutoshoras  de dada por muerta, volvió -   y  no fue sólo el frío lo que ardió en ella, sino que éste le hizo parir... Oh, sí ¿qué cosa, dirás? Pues eso que hemos visto y es un secreto tuyo y mío. Fue entrando por sus talones y le abarcó hasta  sus ojos con imágenes de martilleos, de túneles y sirenas, de hombres uniformados que tenían los pómulos henchidos en la cara y que por la noche se levantaban para regresar  con pasos de cansancio al medio día. La noche y sus himnos de cántico andino, de pronto un grito, un socavón, algo se rompe, una mujer llora recibiendo puntapiés sobre la nieve, hay en el aire sonidos de juegos pavorosos y una casita azul que tiembla, los niños corren asustados, los hombres soportan el peso de lo roto pisando ternuras... la niña más grande del grupo huye primero y no llega a su destino, el niño del medio corre y no se le alcanza nunca. Rezos en una mano nerviosa. Ella, incompleta,  la del bucito rojo, en una esquina que llueve implacable,  con la carita  sucia todo lo engendra  en sus ojos.

 

g.g.r

 

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